¿Navegar por internet está alterando los cerebros?

28 10 2008

Un estudio reveló que utilizar la web y enviar mensajes de texto ha hecho a los cerebros más avezados a la hora de filtrar información y tomar decisiones rápidas.

Canberra. Internet no sólo está cambiando el modo en que las personas viven sino también cómo funcionan sus cerebros y un neurocientífico asegura que se trata de un cambio evolutivo que pondrá a los expertos en tecnología al frente del nuevo orden social.Fuente: http://beta.americaeconomia.com/159207-¿Navegar-por-internet-está-alterando-los-cerebros.note.aspx

Gary Small, neurocientífico de la University of California en Los Angeles (UCLA) que se especializa en el funcionamiento del cerebro, descubrió mediante estudios que navegar en internet y enviar mensajes de texto ha hecho a los cerebros más avezados a la hora de filtrar información y tomar decisiones rápidas.

Sin embargo, aunque la tecnología puede acelerar el aprendizaje e impulsar la creatividad, tendría desventajas, ya que puede crear adictos a internet cuyos únicos amigos son virtuales y ha provocado un drástico aumento en el diagnóstico de trastornos por déficit de atención.

Con todo, Small considera que las personas que estarán al frente en la próxima generación serán las que tengan una mezcla de habilidades tecnológicas y sociales.

«Estamos viendo un cambio evolutivo. La gente de la próxima generación que realmente se va a destacar es la que domine la tecnología y también las habilidades del cara a cara», dijo Small a Reuters en una entrevista telefónica.

«Sabrán cuándo la mejor respuesta a un correo electrónico o a un mensaje instantáneo es hablar en lugar de sentarse y seguir enviando correos electrónicos», agregó.

En su recién lanzado cuarto libro «iBrain: Surviving the Technological Alteration of the Modern Mind» (iCerebro: Sobrevivir a la alteración tecnológica de la mente moderna), Small observa cómo la tecnología ha alterado el modo en que las mentes jóvenes desarrollan, procesan e interpretan la información.

Small, director del Centro de Investigación de la Memoria y el Envejecimiento del Instituto Semel para la Neurociencia y el Comportamiento Humano y el Centro sobre Envejecimiento de la UCLA, dijo que el cerebro era muy sensible a los cambios en el entorno como los que traía la tecnología.

El experto señaló que un estudio realizado sobre 24 adultos mientras utilizaban internet descubrió que los internautas experimentados duplicaban la actividad en áreas del cerebro que controlan la toma de decisiones y el razonamiento complejo, comparado con los novatos en la web.

«El cerebro está muy especializado en su sistema de circuitos y si repites tareas mentales una y otra vez reforzará ciertos circuitos neurales e ignorará otros», declaró Small.

«Estamos cambiando el entorno. El joven promedio actualmente pasa nueve horas al día exponiendo su cerebro a la tecnología. La evolución es una mejora de un momento al otro y lo que estamos viendo es cómo la tecnología afecta nuestra evolución», añadió el autor.

Sin embargo, Small dijo que esta multi-tarea podría causar problemas.

La generación experta en tecnología, a los que llama «nativos digitales», siempre están explorando en busca de la próxima pieza de nueva información, lo que puede provocar estrés e incluso daños en las redes neurales.

«También está el gran problema del rechazo a las habilidades de contacto humano y la pérdida de capacidad para leer expresiones emocionales y el lenguaje corporal», señaló el investigador.

«Pero se pueden tomar medidas para controlar esto. Esto implica tomarse tiempo para recortar (el uso de) la tecnología, como cenar en familia, para encontrar el equilibrio. Es importante comprender cómo la tecnología está afectando nuestras vidas y nuestros cerebros para controlarlo», finalizó Small.





Ranking de bancos de AméricaEconomía Intelligence.

28 10 2008

Las crisis de años pasados han permitido a los bancos latinoamericanos blindarse contra coyunturas adversas.

Tanto el análisis de los números así como la visión de los observadores consultados para este estudio coinciden en señalar que la banca latinoamericana presenta adecuados niveles de solvencia. En general, se desenvuelve sobre la exigencia del 8% de la norma de Basilea (dictada por el Comité de Bancos Centrales de los países del G 10, con sede en esa ciudad suiza) que considera los créditos corregidos por riesgo. Su promedio es de entre 9% y 10%, según varios analistas.

Las razones para haber llegado a eso tienen un origen traumático. Tras varias crisis financieras (Chile a principios de los 80, México en 1993-94, Brasil en 1999, Argentina en 2000, Colombia y Panamá a principios de la década actual), los reguladores locales impusieron normas estrictas para tiempos adversos. Exigieron a las entidades financieras que clasificaran sus créditos según su riesgo. Y mientras más riesgosos, debían tener más capital para respaldarlos. Además, limitaron los préstamos con entidades relacionadas. «En los últimos años la banca latinoamericana cambió. Se ha ido ajustando a Basilea, está más supervisada y mejor posicionada», dice Sergio Garibian, analista de bancos de Standard & Poor’s, en Buenos Aires.

Con esto, los escudos latinoamericanos están más resistentes que en otras ocasiones ante el riesgo de que les fueran cortadas las líneas de crédito desde entidades extranjeras. Los analistas dicen que la liquidez de corto plazo no va a ser un problema. «Hay holgura de capital», dice el peruano Juan José Marthans, ex director del Banco Central y ex superintendente de instituciones financieras en Perú. «Los bancos han logrado una capitalización por encima de lo que sus reguladores exigen. Y con esto se garantiza que problemas de crédito puedan ser absorbidos de manera inmediata, sin la necesidad de nuevos aportes de capital y de aproximarnos a un escenario de incumplimientos».

Así, a pesar de la cercanía con EE.UU., los bancos mexicanos no despiertan mucha inquietud. «Dependen menos del fondeo externo y tienen mucho fondeo de depósitos», dice Angélica Bala, analista de S&P en Ciudad de México. «En los países que calificamos no vemos problemas de liquidez», señala en referencia a su país y a Centroamérica. Eso sí, la calificadora cambió de positivas a estables las perspectivas para los cinco principales bancos de México (BBVA Bancomer, Banamex, Santander, Scotiabank y Banorte). ¿La razón? El potencial deterioro en el crecimiento de la economía. «Aunque la situación macro está estable, podría haber presiones adicionales sobre la calidad de activos», dice.

En Argentina, las protestas del agro cerraron, sin saberlo, el camino a la crisis actual. Ante el temor, los bancos -mucho más pequeños y menos expuestos de lo que estaban en los años 90- tomaron liquidez. «Hoy no tienen vencimientos en el corto plazo y en Argentina el financiamiento o fondeo del exterior es prácticamente inexistente», dice Sergio Garibian. Similar fue el camino de los uruguayos que, luego de la crisis de 2002, se hicieron más líquidos. El Banco Central tiene US$ 7.000 millones de reservas, cifra importante para esta pequeña nación. Aunque su sistema depende en alto grado del fondeo externo, no tenían exposiciones importantes: «Están con bancos internacionales de primera línea», dice Garibian.

Chile, por su lado, fue el país más golpeado por la gran crisis mundial de los 30. Sin embargo, ningún banco quebró. ¿La razón? En el sistema financiero de la época se les permitía emitir billetes, y a cambio de eso, sus dueños debían responder en forma ilimitada por las pérdidas. Por eso, los bancos se capitalizaban mucho. No ocurrió lo mismo en 1982, cuando el sistema financiero quebró totalmente. Entonces, las exigencias eran bajas y los préstamos entre entidades relacionadas, sin una evaluación rígida, abundaban. Pero esa misma crisis llevó al país a crear estrictas normas de evaluación de riesgos.

Al igual que Chile, muchos países han acumulado recursos durante la época de vacas gordas, lo que les permite tener un respaldo. «Brasil, por ejemplo, tiene un problema de liquidez puntual, pero no de solvencia», dice Bruno Rocha, analista del mercado financiero de la consultora Tendências, en São Paulo. «El sistema bancario brasileño goza de solidez». Los bancos más grandes, en general, no poseen una gran dependencia externa. «Tienen un mix de financiamiento: sobre el 56% viene de depósitos y entre 10% y 12%, de captaciones externas, bonos o líneas del extranjero», dice Miguel Santacreu, analista de instituciones financieras de la clasificadora Austin Rating, en São Paulo.

A la sanidad de los bancos hay que sumar la capacidad de las autoridades económicas (Ministerios de Hacienda y bancos centrales) de actuar en caso de necesitarse. En Brasil, por ejemplo, el Banco Central está lanzando gradualmente un arsenal de medidas para estimular la circulación del dinero en el sistema, como soltando parte del dinero que mantiene como encaje de depósitos a plazo. Esa, junto a otras medidas, contempla liberar cerca de US$ 470 millones.

Pero todo eso no significa que el riesgo no exista. De hecho, algunos analistas identifican vulnerabilidades en bancos nuevos en Chile y Brasil, por ejemplo, que no tienen bases de depósitos muy grandes y en los últimos años se han entusiasmado dando créditos de consumo a una prometedora clase media. «En Brasil los bancos pequeños y medianos suman cerca de 90. Y muchos tienen un modelo que, en un escenario de menos crecimiento, tendrá problemas de financiamiento», dice Ceres Lisboa, analista de bancos de Moody’s, en São Paulo. «Ahora, los que no son competitivos deberán enfocarse en segmentos». Para Bala, de S&P, en México el riesgo es para los bancos de nicho. «No hemos visto ninguno en problemas, pero podrían ser más vulnerables».

Por otro lado, hay varios bancos, sobre todos extranjeros, que han operado en América Latina con instrumentos derivados. «En Brasil hay unos casos de empresas que han perdido mucha plata y en México en los primeros días de octubre también», dice un analista en Nueva York que prefiere no ser identificado.

El fin de la abundancia

Los bancos venían además creciendo a una velocidad crucero. Los 250 bancos de América Latina incrementaron sus activos, en el año que terminó en junio de 2006, en un promedio de 38,8% en promedio impulsados por la fuerte actividad económica y la consolidación de muchos mercados. Pero si el sector real empujó a los bancos en los tiempos de bonanzas, también los frenará en tiempos de bajo crecimiento. No sólo eso: En la medida en que las empresas productivas sean golpeadas por una falta de demanda provocada por la desaceleración mundial, pueden enfrentar problemas para pagar sus créditos. Y eso va más allá de las apreturas de liquidez coyunturales. «Si sube mucho el tipo de cambio, las empresas endeudadas en dólares pueden verse resentidas. Y puede haber varias», dice un economista que pidió el anonimato.

Y es que se trata de un problema distinto. «Si a los bancos les cortan las líneas de crédito, tienen recursos para salir de coyunturas de corto plazo. Se empiezan a prestar entre ellos, y juega un rol importante el banco central en entregar liquidez», dice Rodrigo Fuentes, economista de la Universidad Católica de Chile, en Santiago. «Pero otro tema es la solvencia: si puede o no pagar sus depósitos».

El riesgo mayor está justamente en que una caída importante en la actividad económica de los países desarrollados (EE.UU. y Europa) afecte a los sectores exportadores latinoamericanos, que a su vez contratan servicios y compran bienes no transables. La buena noticia es que sus mercados son diversificados y Asia puede transformarse en un pilar importante para sostener la demanda.

Pero llegue o no llegue la crisis fuerte, la banca no será en los próximos años la misma que vimos hasta hace poco. La bancarización -la extensión de los servicios bancarios a los sectores más pobres dejará de ser una prioridad- se detendrá por su mayor perfil de riesgo. Y las grandes entidades se dedicarán a sacar partido a su actual cartera de clientes, evaluando los riesgos con más cuidado. «Los procedimientos sobre los que se desenvuelve la entrega de créditos tienen que cuidarse y evitar al máximo el endeudamiento», dice Marthans, el ex súper de Perú. «Viene un ciclo de crédito malo, los bancos van a tener más dificultades y van a ser conservadores por naturaleza», dice un analista en Nueva York.

¿Las claves en este futuro? Información, información e información. Las entidades van a comenzar a fijarse con más prolijidad en la relación entre la cuota y los ingresos de sus clientes, por ejemplo, y en la manera en que se comportan las líneas de crédito asociadas a las tarjetas. «En los frentes del retail, consumo, hipoteca o pequeñas empresas, la tasa de expansión de crédito debe ser consistente con la del PIB», dice Marthans. «No hay ninguna economía en América Latina que pueda soportar una tasa de crecimiento del crédito sobre 20%».

En ese sentido, la simetría de información es clave a la hora de evaluar los riesgos. En países como Chile hay una institucionalidad (Impuestos Internos, Aduana) que permite unificar datos sobre personas y, sobre todo, empresas. De hecho, en el país pronto los bancos y casas comerciales podrán compartir la información de sus clientes.

En otras naciones es difícil tener un panorama completo de cada cliente. «Los bancos están regulados y en base a eso deben ir haciendo su creación de reservas. Pero en transparencia de información ha habido ciertos problemas», dice Angélica Bala, de S&P en México. Además, en muchos países de la región los años de estabilidad fueron relajando el miedo y la disciplina de los bancos a la hora de leer los antecedentes.

Rocha, de Tendências, dice que los bancos brasileños deberán vivir en un clima de incertidumbre. «En 2009 se reducirá el ritmo de la actividad económica y de la demanda por recursos bancarios», dice. «Y habrá un escenario con menos crédito». Los bancos serán más selectivos y no porque no quieran ganar dinero. «No se puede abrir la llave del crédito. Es momento de prudencia y foco en la liquidez», dice Lisboa, de Moody’s. «La tendencia será de fly to quality, volar hacia la calidad. Es necesario que la confianza del inversionista vuelva y eso tomará un tiempo». Marthans también propone en evaluaciones del riesgo más exactas. «Hay que ir pensando en un reacomodo de las normas de Basilea a la nueva realidad, una suerte de Basilea III». En ellas se incluiría, por ejemplo, el riesgo sistémico, hoy ausente en los estándares. Suena lógico, tomando en cuenta los niveles de concentración que está alcanzando la banca latinoamericana. Y que pueden seguir creciendo.

En Brasil, los analistas no descartan un escenario de fusiones en el largo plazo, ya que las instituciones más pequeñas podrían tener dificultades para operar solas en un escenario más complicado. «No creo que ahora sea el momento. Pero la situación actual crea espacios para ir definiendo oportunidades de compra para cuando el polvo baje», dice André Biancarelli, del Instituto de Economía de la Universidad de Campinas (Unicamp).

En Chile, en tanto, los bancos ya se están poniendo a tono. Según la encuesta sobre el mercado del crédito hecha por el Banco Central en septiembre, el 91% de las instituciones financieras dice que los estándares de aprobación se han vuelto más restrictivos para las grandes empresas, y el 74% indica mayores restricciones a pymes. En cuanto a personas, la cifra es de 50% y sube a un 61% en el caso de créditos hipotecarios. Además, las condiciones de aprobación de créditos a empresas inmobiliarias y de construcción se han restringido para un 71%, debido al deterioro del entorno económico y el aumento del riesgo de crédito de estos clientes. «Lo anterior se refleja en requisitos de aprobación más rigurosos para estos préstamos, un aumento en el spread sobre el costo de fondo y una disminución de los montos aprobados», dijo el instituto emisor en un comunicado. Además, un 67% de los bancos encuestados señala que la demanda por créditos de consumo se ha debilitado, mientras un 47% indica similar tendencia para los créditos hipotecarios. Se acabó la fiesta del crédito barato. Pero con la fortaleza que han logrado, de seguro los banqueros latinoamericanos encontrarán nuevos motivos para celebrar.

Con Solange Monteiro.

Fuente: http://beta.americaeconomia.com/158223-Con-coraza.note.aspx

 

Los bancos latinoamericanos tienen una coraza contra las crisis. Puede que no sea de acero, pero sí ayuda a que los proyectiles que generan la contracción global de liquidez y la quiebra de bancos en los mercados más desarrollados del mundo no impacten tan directamente.

Ésta es una de las conclusiones que se obtienen al analizar los resultados de esta nueva versión del ranking de bancos de AméricaEconomía Intelligence, que analiza las grandes tendencias de la industria de la región, analizando los 250 mayores bancos y los 25 mejores, que este año vuelve a liderar el Banco Santander Santiago de Chile, pero seguido muy de cerca por el brasileño Banco Itaú, que se pegó uno de los saltos más espectaculares en la historia de este ranking.

Este año, debido a la coyuntura global, pusimos especial atención a la solvencia de los bancos latinoamericanos. Especialmente en variables como la capitalización, la cantidad de recursos propios (capital o patrimonio) a los que una institución tendría que acudir en caso de que se le dejen de pagar los créditos que ha otorgado. Si la capitalización es alta, el banco estaría en mejores condiciones para enfrentar el doble golpe que puede significar la restricción de la liquidez global y la contracción de la actividad económica. Otros indicadores importantes y que deben analizarse conjuntamente es el de la calidad de la cartera de créditos. Se trata de un indicador difícil de medir, pues requiere analizar la calidad de los deudores, de los proyectos en que están invirtiendo y las garantías, información que no está disponible de manera homologable en América Latina. No obstante, analizar el tamaño de la cartera vencida como porcentaje del total de créditos nos da un buen proxy en esa dirección. También hay que mirar con especial ojo la liquidez, análisis al que sometimos a los bancos seleccionados entre los 25 mejores: cuántos activos rápidamente disponibles tienen como porcentaje de sus depósitos.